Porque también las estrellas se dice
Caldean su horno encima de nosotros
Uljana Wolf
Alma se
enfrenta a sí misma
cada mañana.
Y recoge una
lágrima que guarda en su joyero.
A Alma le ha
crecido
un clavel
rojo en su mejilla.
Y ya no
puede con el peso
de esa
sonrisa escaparate
que prepara
con mimo y la encarcela.
Alma escribe
su retrato delante del espejo
y es
consciente de que
le faltan
muchos hilvanes para conocerse,
que tiene
muchos pozos huecos
donde
resuenan sus llantos desarreglados.
Alma sabe
una vez más
que el
clavel se marchitará para
dejar paso a
una arruga amarga.
Alma ya no
piensa en una vida prometedora.
Se limita a
subsistir.
Su colección
de joyeros
está llena
de lágrimas.
Deberá
inventar otro método
para
recolectarlas.